Un retorno radical a sus raíces a costa (posiblemente) de perder su estatus como fenómeno cultural. Tras una década de experimentación social bajo la dirección de Demna, Balenciaga está lista para revelar su lado romántico.
Las largas especulaciones han terminado: otra casa de moda ha encontrado a su nuevo director creativo. Uno menos, queda uno.
El traslado de Demna Gvasalia de Balenciaga a Gucci fue una sorpresa para muchos (si no para todos). El diseñador georgiano revivió una marca olvidada que llevaba años languideciendo en la mediocridad.
Demna no solo la volvió a poner en pie y revivió su línea de alta costura, sino que también restauró su estatus como «creadora de tendencias» vanguardista, hasta tal punto que muchos se preguntaron si se trataba de un experimento social moderno. Las bolsas de IKEA, las faldas de felpudo y los chándales gopnik se convirtieron en su modus operandi habitual, que también incorporó parcialmente a la alta costura.
Por lo tanto, la elección de Piccioli fue otra sorpresa para muchos: un romántico pragmático que aporta una carga de emociones positivas a cada colección (estéticamente agradable y llamativa) es todo lo contrario a su predecesor. Su lenguaje visual siempre ha respetado la silueta, la proporción y la artesanía. Además, siempre ha sabido cómo transmitir «drama» con su propio estilo. Y son precisamente estos aspectos los que desempeñarán un papel clave para la marca en la alta costura, a la que la casa volvió en 2021 tras un largo paréntesis.
Sin embargo, no hay que subestimar el trasfondo corporativo de estas medidas cuidadosamente pensadas: ya han quedado atrás los días en los que un director creativo trabajaba bajo el techo de una casa de moda hasta su muerte (o su colapso absoluto). Hoy en día, los directores creativos casi siempre permanecen en una casa durante una década. Y luego llega el «rebranding»: Michele en Gucci, Galliano en Maison Margiela, Anderson en Loewe (11 años) y ahora incluso hay rumores de que Maria Grazia Chiuri «celebrará» su década en Dior el año que viene.
Se trata simplemente de cambiar de estrategia, atraer a un nuevo grupo y cambiar antes de que la marca pierda su relevancia.
Aunque no hay duda de que Piccioli será capaz de fortalecer creativamente la casa y revivir el legado del fundador, sigue siendo un poco triste ver el final de una era en la casa.
Aunque la estética de Demna no era del gusto de todos, introdujo un nuevo tipo de decadencia y vanguardia que cambió significativamente la estética del mundo de la moda.
La pregunta es si, tras un paso tan radical, la marca perderá por completo su identidad, que construyó sobre el posmodernismo de la moda con un estilo provocativo y cibergótico. Piccioli, el poeta, podrá revivir los triunfos históricos de Cristóbal Balenciaga, pero es posible que no pueda mantener el estatus de la marca como fenómeno cultural que aún resuena entre los clientes y fans de la marca.
Su primera colección para Balenciaga se presentará durante la Semana de la Moda de París la próxima primavera, donde se unirá a otros diseñadores que debutan, como Matthieu Blazy en Chanel y Duran